Cómo empezar a hacer ejercicio si nunca lo has hecho

El mundo del siglo XXI considera la actividad física como el antídoto por excelencia de enfermedades crónico-degenerativas como problemas cardiovasculares, diabetes, trastornos del aparato locomotor e incluso algunos tipos de cáncer. No exageramos al decir que hacer ejercicio puede salvar tu vida, pero dejar atrás el sedentarismo no es tarea sencilla.

Pasar de la comodidad del sillón a un régimen de esfuerzo físico permanente es una decisión trascendental que todos prometemos realizar, pero pocos actúan en consecuencia. Si bien existen facilidades técnicas que permiten el ejercicio del cuerpo desde la propia casa, esto no resuelve del todo muchos detalles y dificultades personales que puedes hallar durante el camino. Si no quieres formar parte de los mil millones de seres humanos con sobrepeso u obesidad –según la Organización Mundial de la Salud–, considera seriamente la ejecución de los siguientes consejos:

 

Asesórate con un experto

Nadie nace sabiendo rutinas de ejercicio. Atender las indicaciones del preparador físico, tu futuro entrenador, el nutriólogo y los terapeutas te ayudarán a conocer el tipo de ejercicios que funcionarán al inicio para activar tu sistema motriz y respiratorio. Aventarte al ruedo sin asesoría previa puede dar lugar a lesiones considerables, e incluso poner en riesgo tu integridad.

 

Establece objetivos realistas

Es completamente válido tener ideas respecto al cuerpo ideal, pero nunca podrás lograrlo si dejas a un lado el “cómo”. No puede haber forma sin fondo. Tomando la metodología SMART como punto de partida, los objetivos deben ser reales, medibles, alcanzables, específicos y definidos a través del tiempo. Tú, como novato, debes tener plena conciencia de lo que vas a hacer el primer mes, de aquí a tres meses y cuando cumplas el semestre haciendo ejercicio. Por ejemplo, puedes establecer que en 30 días o menos tengas condición física suficiente para trotar 30 minutos sin descanso; el mes siguiente, bajar X cantidad de kilos o Y centímetros de cintura. Así, sucesivamente hasta ver los resultados que tú mismo propusiste el día cero.

 

Avanza progresivamente, sin prisas

Si ya tienes una planeación definitiva, sería incongruente acelerar procesos por el simple hecho de sentir que tu cuerpo ha logrado adaptarse antes de tiempo. Nuestro organismo no funciona al aventón; tiene ciclos metabólicos que debemos respetar mediante la propia adaptación de nuestras actividades diarias.

Practica el deporte de tu preferencia

Para nada es mala idea echar una partida de tenis, fútbol, básquetbol o atletismo de vez en cuando. Alternar el ejercicio puro y duro con tu deporte favorito es una combinación excelente que te ayudará a sentirte motivado, fresco y lleno de energía. Lo incorrecto sería realizar rutinas o practicar cosas que no son completamente agradables para ti solo porque es “lo novedoso” o lo que te recomendaron tus círculos sociales. Está comprobadísimo que si no disfrutas la actividad que realizas te será mucho más difícil seguir una rutina.

Consume los alimentos apropiados

A mayor ejercicio, la necesidad calórica aumenta. Esto no quiere decir que todas las modalidades requieran el mismo tipo de comida, pues habrá momentos en los cuales requieras consumir más carbohidratos, fibras o proteínas. Desde luego, podrás complementar tus consumos con alguna bebida energética hecha con jugo natural. Las bebidas preparadas con el método cold press son de las más recomendables ya que conservan todos los nutrientes de la fruta y verdura sin desperdicio alguno.

Toma líquidos regularmente

Aun más importante es la correcta hidratación del cuerpo, especialmente cuando empieces a realizar ejercicios más demandantes. La clásica recomendación de tomar dos litros diarios puede ser debatible, pues tu cuerpo demandará el vital líquido después de intensas jornadas en las que se ha perdido agua mediante el sudor y el consumo interno. Te recomendamos tener a la mano una botella y dar pequeños sorbos a intervalos regulares durante la jornada; de esta manera, mantienes tu cuerpo satisfecho y al mismo tiempo previenes cualquier síntoma relacionado a la deshidratación, como mareos o náuseas.

Y hazlo con gusto. ¡Es por tu bien!

Nunca veas el ejercicio como obligación. Con ello otorgas un prejuicio en vez de satisfacción, lo cual ocasiona un deseo creciente de abandonar por completo la actividad. Disponer unas horas de tu tiempo al perfeccionamiento de tu cuerpo debe ser una decisión consciente, autónoma y auto convincente. Cuéntanos, ¿qué otras recomendaciones agregarías para quienes desean empezar a hacer ejercicio?